La Astropolítica y la Nueva Carrera Espacial*
“Generalmente, un ejército prefiere un terreno elevado y evita los bajos. Los terrenos elevados son estimulantes, y por lo tanto la gente se halla a gusto en ellos. Además son convenientes para adquirir la fuerza del ímpetu” (Sun Tzu)
El siglo XXI presenta a la humanidad y especialmente a los decisores políticos desafíos históricos que deben ser comprendidos y clarificados. Se están produciendo en la actualidad tensiones y disputas de enorme relevancia en el Sistema Internacional que prometen grandes cambios en un sistema signado por la anarquía[1], auto-ayuda (interés egoísta de las unidades políticas), y en el marco de una nueva era de transición hegemónica. Todos estos son conceptos teóricos de las Relaciones Internacionales (surgidos de la corriente denominada Realista) que explican en parte el comportamiento de los estados, principalmente el de los más poderosos.
En este contexto de transición (declive relativo de Occidente y ascenso del polo de poder asiático) nos encontramos frente a una serie de complejas competiciones de índole económica, militar, tecnológica y geopolítica entre las grandes potencias, con tensiones crecientes y no exentas de posibles conflictos bélicos.
Si bien la mayoría de las disputas se dan en los dominios geopolíticos del mar, tierra y aire, el terreno del espacio exterior es objetivo de renovadas tensiones y disputas en el siglo XXI, La Nueva Carrera Espacial, que es la competencia en y por el espacio exterior y sus recursos. Una renovada competencia por el ámbito ultraterrestre que abarca diversas esferas (tecnológica, militar, económica, político-jurídica y por recursos naturales) y que se lleva a cabo principalmente entre los Estados Unidos y la República Popular China, con un rol significativo de Rusia, Europa Occidental, la India, Japón y otros, además de actores privados y otros no gubernamentales que han adquirido un rol cada vez más preponderante en esta era del New Space.
La actual competencia abarca distintos objetivos: la utilización y ocupación del espacio exterior, la exploración y utilización de recursos naturales, el control de ciertas regiones estratégicas del espacio, y la colonización, en primer lugar, de la Luna. La actual disputa no está exenta de cooperación, pero está determinada (al igual que la primera carrera espacial entre EEUU y la URSS) por la lucha por el poder, el prestigio, la seguridad nacional, la búsqueda de acrecentar la riqueza, y la obtención de recursos naturales.
La incidencia del espacio exterior sobre los asuntos terrestres –y la vida cotidiana de miles de millones de personas- es de gran relevancia y ha venido incrementándose desde mediados del siglo XX de manera continua, con las numerosas actividades en las órbitas de la Tierra y su correspondiente impacto en la economía, la sociedad y la seguridad.
Ahora bien, los avances tecnológicos permiten a los actores públicos y privados plantearse nuevas estrategias y objetivos para el ámbito ultraterrestre, y a su vez, los desafíos políticos, económicos y militares van acompañados de desarrollos intelectuales y teóricos para ordenar el nuevo camino expansivo de la humanidad hacia el sistema solar.
Así es que a principios de siglo, desde los EEUU se planteó la evolución de la Geopolítica clásica (que se ocupa de los ámbitos terrestres, marinos y aéreos) hacia el espacio exterior: la Astropolítica[2]. Algunos aún la llaman geopolítica del espacio exterior, pero podemos entenderla de ambas maneras, aunque para la comprensión de los conceptos podemos tomarla por separado.
La Astropolítica se define como “el estudio de la relación entre el espacio exterior, la tecnología y el desarrollo de la política, del factor militar y de la Estrategia”. La Astroestrategia se entiende a partir la identificación de ubicaciones críticas en el espacio terrestre y exterior, cuyo control puede proporcionar el dominio militar y político del espacio exterior, o como mínimo puede asegurar que un contrincante no pueda dominarlo. Y la Astropolitik: se identifica como una teoría política determinista (con su connotación negativa relacionada con la Geopolitik) que manipula la relación entre el poder estatal y el control del espacio exterior con el propósito de extender el dominio por parte de un estado sobre los asuntos de la Tierra, o por lo menos lograr una influencia tal que los oponentes deban someterse a ciertos designios del poder dominante.
La Nueva Carrera Espacial juega un papel determinante en el desarrollo de las Relaciones Internacionales. Ya decía Sun Tsu hace un par de milenios que el terreno elevado otorga grandes ventajas a un actor en ocasión de conflicto. El espacio exterior es definido como el “último terreno elevado”, que no sólo otorga ventajas estratégicas, sino que directamente es “multiplicador de fuerzas” de un competidor que lo utilice correctamente. Así lo define la doctrina norteamericana.
Al igual que ocurrió durante la Primera Carrera Espacial (entre los EEUU y la URSS), los actores de la nueva competencia desarrollan estrategias para lograr objetivos esenciales: tener libertad en el acceso y utilización del espacio, buscar proteger sus activos espaciales, y poder negar –en ocasión de conflicto bélico- ese acceso y utilización del ámbito ultraterrestre. Y Fundamentalmente, lograr que ningún oponente pueda dominar regiones vitales más allá de la línea de Kármán[3].
Todas las potencias espaciales coinciden que el espacio exterior es una región de competencia estratégica, y especialmente los EEUU lo han definido como un ámbito de guerra.
La teoría astropolítica define claramente las regiones principales del espacio exterior, sobre las cuales los actores estratégicos definen sus planes y acciones para el presente siglo. Recordemos que las grandes potencias delinean sus estrategias para varias décadas en el futuro, y así tanto EEUU como China han planteado sus objetivos desde inicios de siglo hacia el 2050, con una clara expansión de sus intereses soberanos hasta millones de kilómetros de distancia del planeta. La República Popular China se ha planteado ser una potencia espacial de primer orden para antes de mitad de siglo, y Washington intenta contenerla y acelerar sus propios pasos para mantener el liderazgo global en asuntos ultraterrestres.
Dolman presenta en su libro las 4 regiones del espacio exterior entendidas por la astropolítica:
1) Planeta Tierra: desde tierra firme hasta la línea de Karmán, aproximadamente a unos 100 km de altitud. La Tierra y su atmósfera representan los equivalentes a las zonas costeras del espacio exterior. Todos los objetos que van desde la Tierra a la órbita, y que regresan del espacio, deben atravesarla. Es en la superficie de la Tierra donde se realizan todos los lanzamientos espaciales (actuales, por ahora), oficinas de comando y control, seguimiento, enlace de datos, investigación y desarrollo, producción, actividades anti-satélite y la mayoría de operaciones de servicio, reparación y almacenamiento. Es la región en transición entre la Geopolítica y la Astropolítica.
2) Espacio terrestre: desde la órbita viable más baja –línea Karmann- hasta un poco más allá de los 36.000 km (órbita geoestacionaria). “El espacio terrestre es el medio operativo para los satélites de navegación y reconocimiento más avanzados de las fuerzas armadas, y todo el armamento espacial actual y planeado”, explica Dolman. Y agrega que “en su límite inferior, el espacio terrestre es la región de vuelo de misiles balísticos de medio y largo alcance posterior al empuje, también llamada órbita terrestre baja. En su extremo opuesto, el espacio terrestre incluye el cinturón geoestacionario tremendamente valioso, poblado principalmente por satélites meteorológicos y de comunicaciones”. Se puede asemejar, a la Europa del Este en el diseño de Mackinder. El control de este espacio garantiza el control de los confines del espacio y proporciona una ventaja notable en el campo de batalla terrestre. Los estados espaciales reconocer el poder militar basado en el espacio exterior como la cúspide de la seguridad nacional. La Estación Espacial Internacional (EEI) y la nueva Estación Espacial de la República Popular China (Tiangong), están ubicadas en el Espacio Terrestre.
3) Espacio Lunar: el espacio lunar es definido como la región contigua a la órbita geoestacionaria, hasta justo después (un poco más allá) de la órbita lunar. Incluye tanto el satélite natural como objetivo en sí, como también las órbitas utilizables y los Puntos de Lagrange del Sistema Tierra-Luna. La Luna es la única característica física visible evidente en esta región, pero es sólo una de las posiciones estratégicas ubicadas aquí.
4) Espacio Solar: consiste en todo lo que se encuentra dentro del Sistema solar, esto es, dentro del pozo de gravedad del Sol, más allá de la órbita lunar. Si bien esta región requiere de años de desarrollo científico para ser realmente explorado y explotado con fines estratégicos, la disputa por Marte ya ha iniciado. Dolman señala que “los planetas cercanos, las lunas joviana y saturnina, y los muchos grandes asteroides en el cinturón de asteroides contienen indudablemente las materias primas necesarias para iniciar una era neo-industrial”.
Regiones de la Astropolítica. Fuente: Everett Dolman (2002)
Conocidas las regiones, podemos definir las 4 dimensiones estratégicas de la Nueva Carrera Espacial, donde los actores han entrado en una acelerada disputa por la preminencia y la superación del competidor. Estas son: Económica, Militar, Tecnológica y Político-Jurídica. Comprender los principales aspectos de estas esferas nos ayudará a visualizar hasta donde ha llegado la disputa en el último terreno elevado.
En términos económicos, es importante comprender que la economía espacial ha crecido enormemente desde fines del siglo XX, alcanzando actualmente un valor de Us$ 400.000 anuales, principalmente en servicios satelitales, seguido de los servicios de lanzamiento y otros. Se estima que para la década próxima, el valor de la economía del espacio exterior superará el billón de dólares.
La inversión estatal en proyectos espaciales se acerca a los Us$ 100 mil millones, con EEUU –con casi la mitad del total-, China, Rusia, Europa y Japón encabezando la lista de los países que más invierten. Si contamos los últimos 20 años, el valor supera los Us$ 500 mil millones. La inversión privada de los últimos 10 años fue mayor a Us$ 250 mil millones de dólares, distribuida –de manera desigual- en más de 1600 empresas alrededor del mundo.
Cientos de miles de personas en el mundo están empleadas en la economía espacial, y es uno de los sectores que más ha crecido en los últimos años en todo el mundo. EEUU y China han concentrado gran parte de esa nueva inversión privada, en mucha mayor medida la aún primera potencia mundial.
En cuanto al aspecto militar, las implicancias son mucho mayores de lo que actualmente se cree y divulga. Ya en tiempos de la primera carrera espacial tanto EEUU como la URSS habían desarrollado armas anti-satélite cinéticas y explosivas, capacidad que mantienen hasta hoy día y han modernizado. Más recientemente China y la India se han hecho de este tipo de armamentos.
Pero eso no es todo. Hay diferentes tipos de armas espaciales, que utilizan el ámbito ultraterrestre como lugar de tránsito (misiles balísticos), lugar de destino con objetivos en órbita, o como punto de ubicación de armas, como los satélites co-orbitales de choque o con pinzas y abrazaderas. Además de los “jammers” (bloqueadores) de satélites, armas electrónicas, laser, etc. EEUU, China y Rusia son los países que mejor desarrolladas tienen las armas espaciales, y en menor medida la India. Además de los satélites militares y de diverso tipo que sirven a cuestiones de la Defensa (por ejemplo los satélites GPS son utilizados por numerosos armamentos y como servicio a tropas en tierra), hemos determinado 7 tipos diferentes de armamentos espaciales, que son centro de debate en las Naciones Unidas en vías de limitar la armamentización del espacio exterior.
No sólo EEUU ha creado la Fuerza Espacial y China y Rusia tienen sus departamentos especializados en utilización bélica ultraterrestre, sino que diversos actores (Australia, Japón, Alemania, Reino Unido, etc.) han creado sus departamentos militares espaciales para los nuevos desafíos estratégicos. La OTAN, en tanto, ha definido al ámbito ultraterrestre como un dominio de guerra operativo, y busca crear una base militar espacial en Alemania.
Todas las guerras acontecidas desde principios de los años ´90 tuvieron un rol preponderante de las capacidades espaciales. La primera guerra del golfo fue definida como la “primera guerra espacial” de la historia. Satélites de observación, de comunicación, GPS y otras herramientas fueron fundamentales para el combate. El último terreno elevado se utiliza para guiado de armas, para detectar posiciones enemigas, para triangular comunicaciones entre tropas. También se utilizaron jammers (bloqueadores) satelitales, especialmente por parte de Irak. Todos los conflictos tienen su escenario en el último terreno elevado. Observemos el ejemplo de Ucrania, y la especial asistencia a Kiev por parte de los actores privados como Elon Musk y Maxar Technologies, entre otros, asociados –y que forman parte, del poder espacial norteamericano. La ayuda satelital de Occidente a Ucrania ha sido vital para Kiev en la organización de su defensa.
Para EEUU, el desarrollo de capacidades espaciales generales de China y de Rusia es una amenaza a la seguridad nacional. En definitiva, un nuevo equilibrio de poder también se delinea en el espacio exterior, en el ámbito de la astropolítica, y Washington no quiere perder el liderazgo consolidado a partir de los años ´90 y hoy seriamente desafiado.
Con respecto a la esfera científica-tecnológica, hay un sinnúmero de desarrollos en los cuales las grandes potencias compiten entre ellas, con un rol cada vez más importante de los actores privados. Pero no olvidemos, jugadores como Elon Musk y Jeff Bezos, además de ser pioneros y grandes impulsores de la actividad, forman parte del poder espacial norteamericano (así lo explica la nueva doctrina de la Fuerza Espacial de EEUU) y han recibido miles de millones de dólares en ayuda e inversión por medio de contratos.
La competencia tecnológica se produce en las tres áreas de los desarrollos tecnológicos: espacio, tránsito y usuario (Espacio Exterior, Espacio electromagnético y rutas de transporte, así como usuarios públicos o privados en tierra).
De decenas, por no decir cientos de experimentos y desarrollos en experimentación, hay algunos que se destacan, y que son determinantes para la disputa por el poder en ciernes. Éstas son: lanzaderas o cohetes espaciales, sistemas satelitales (satélites y constelaciones de satélites civiles y militares de teledetección, posicionamiento, comunicaciones, alerta temprana, etc.), estaciones espaciales, y energía (solar, nuclear, etc.).
Lo sorprendente de esta carrera fue observar como China se ha puesto al día en el desarrollo tecnológico, acercándose a los EEUU en logros e hitos espaciales. Señalemos los fundamentales. A Principios de siglo, China no había logrado ninguno de los que menciono a continuación, y hoy casi alcanzó a los norteamericanos.
El área político-jurídica presenta muchas novedades. Por un lado, el actual régimen del espacio exterior sigue vigente, pero está desactualizado, manteniendo las consideraciones legales del Tratado del Espacio Exterior y otros acuerdos establecidos desde la década del ´60 del siglo XX. Un régimen internacional refiere a los conjuntos implícitos o explícitos de principios, normas, reglas y procedimientos de toma de decisiones en torno a los cuales las expectativas de los actores convergen en un área determinada de las relaciones internacionales[1].
Hoy día, la enorme mayoría de los especialistas, analistas y juristas coinciden en que el régimen internacional del espacio exterior no responde a la realidad actual y a los objetivos de los actores espaciales, mientras que otros expertos directamente argumentan que es totalmente obsoleto. Algunos miembros del sector de la defensa norteamericana aconsejan directamente hacer a un lado el régimen, abandonarlo.
Estados Unidos, Luxemburgo, Emiratos Árabes Unidos y Japón ya aprobaron sendas leyes, realmente pioneras, para la explotación y privatización de recursos espaciales. Hablamos de recursos minerales, agua, recursos energéticos, en la Luna, asteroides cercanos y otros cuerpos celestes que puedan ser accesibles con el desarrollo tecnológico en desarrollo. La potencial riqueza fuera de la región Terrestre se estima en billones y billones de dólares.
Si bien las leyes aprobadas afirman respetar el espíritu del régimen vigente, en el marco de las Naciones Unidas ya están en debate consideraciones y propuestas de algunos estados miembro para actualizar la legislación internacional.
EEUU, por su parte, ya ha señalado que no considera al espacio exterior como un bien común y los planes apuntan a adelantarse, ser el primero en ocupar y en utilizar los recursos que estén más al alcance: agua en la luna, asteroides, ubicaciones estratégicas (como por ejemplo puertos espaciales en determinadas órbitas), etc.
Por otro lado, la colonización de la Luna ya ha dado sus primeros pasos, es una realidad. Los planes principales son encabezados por EEUU y por China. Son los Acuerdos de Artemisa vs. La Estación Internacional de Investigación lunar sino-rusa. Por ahora, Washington lleva la delantera y está pronto a lanzar el Artemis 1, para preparar la futura alunización tripulada.
La Luna busca ser nuevamente explorada y utilizada de diversas formas: base y puerto espacial para a partir de allí realizar misiones a otros sitios del sistema solar, como asteroides y Marte; desarrollo de minería lunar con los numerosos y abundantes minerales que se han encontrado en el satélite natural; observación de la Tierra y del Sistema Solar; producción energética (solar y nuclear), colonización y control de regiones de su territorio. Es llamado también el 8vo. continente, con una superficie de 38 millones de km2, algo más grande que África.
El nuevo libro que está en desarrollo permitirá observar el pasado, presente y consideraciones futuras sobre la actividad humana en el espacio exterior, principalmente en torno a la Carrera espacial. Presentaremos las verdaderas cronologías de las dos carreras espaciales, tanto la acontecida en el siglo XX (entre 1946 y 1991) y la segunda a partir del año 2000 y todavía en curso.
La competencia entre EEUU y la URSS no consistió solamente –y como comúnmente se cree- de competencia por desarrollo satelital, cohetería o por llegar a la Luna para acrecentar el prestigio. Fue una verdadera puja por la seguridad nacional, la supervivencia, influencia, armamentos, amenazas y obviamente también por el prestigio y la tecnología de punta. Pero recordemos, EEUU tuvo un proyecto de una estación espacial militar, el proyecto 119 de explosiones nucleares en la Luna (que no llegó a concretar), la URSS hizo estallar bombas nucleares en el espacio exterior en medio de la crisis de los misiles de 1962, y EEUU había hecho lo mismo ya en 1958. Son numerosos los acontecimientos e hitos de la primera carrera (y de la segunda), que determinan la Carrera Espacial (una de las 7 fundamentales del siglo XXI) como una verdadera competición por el poder, la riqueza y la seguridad.
*El presente artículo es una reseña del libro en elaboración “La Nueva Carrera Espacial: la astropolítica de las grandes potencias”, por Alejandro Laurnagaray de Urquiza.
Notas al pie:
[1] En las Relaciones Internacionales el concepto de anarquía hace referencia a que los Estados no reconocen una autoridad superior a la que deben obedecer o someterse, y sus acciones se guían por el interés nacional. Más allá de que existen organizaciones como las Naciones Unidas, ésta no ejerce una autoridad coercitiva sobre los Estados, salvo que los Estados decidan someterse a ciertos designios, o actúe el consejo de seguridad por decisión de sus miembros permanentes.
[2]En el 2002 se publica en occidente el libro "Astropolitik: classic geopolitic in the space age", del autor Everett Dolman, profesor de la Air University de los EEUU, quien plasmó las ideas principales del nuevo acervo teórico, luego de estudiar y analizar tanto los aportes de otros autores que escribieron sobre la temática, así como de estrategia y de la geopolítica.
[3]La línea Kármán en comúnmente conocida como el límite entre el espacio aéreo y el exterior. La Federación Aeronáutica Internacional (FAI), así como la mayor parte de los Estados respaldan ese límite a una altura de entre 100 y 110 km desde la superficie del planeta Tierra. La altura seleccionada se basa en características científicas, técnicas y físicas, como por ejemplo, la máxima altitud que puede alcanzar una aeronave. Se trata más de un consenso general que de un principio jurídico.
[4]Es parte de la definición brindada por Stephen Krasner, exponente del neorrealismo en las Relaciones Internacionales, y de los que de manera más acabada describe la génesis y funcionamiento de los regímenes internacionales.