Columna de Opinión publicada en el Diario Los Andes de Mendoza (2009)
Globalización y posmodernismo: hacia nuevas formas de ser y estar en el mundo
Vivimos en un mundo globalizado ya prácticamente en su totalidad, con sus ganadores y perdedores y con infinitas posibilidades de cambio, progreso y mejora. Vivimos en un planeta en continua integración, donde las culturas, las economías, las políticas y los diferentes estilos de vida se entremezclan e influyen mutuamente, algunas ejerciendo más fuerzas que otras y conviviendo en un proceso de desfragmentación en las distintas fuerzas socioculturales por un lado, y de concentración económica y de poder por otro.
Somos partícipes y espectadores de un proceso de integración de los diferentes grupos humanos a nivel mundial, que se da en esta época de forma acelerada e intensiva, afianzada además por los espectaculares avances tecnológicos y de la comunicación, que han llegado a desdibujar identidades culturales, nacionales y sociales hasta en las raíces mismas.
Diversas sociedades han comenzado a buscar nuevas identidades y paradigmas para ubicarse en el tiempo y espacio actual, en una actualidad representada no pocas veces por una vertiginosa acentuación de la superficialidad, la decadencia cultural y una profunda crisis de valores y creencias que hoy se vive en todo el mundo, todas estas características del Posmodernismo.
Este proceso es sinónimo de crisis, una crisis surgida de la realización, de la consumación de una etapa anterior: el Modernismo-, de su realización y de su finalización. Algunos consideran que el Modernismo ha hecho ya por la humanidad todo lo que ha podido hacer y hoy ya no responde a las necesidades de un mundo en plena transformación y desfragmentación socio-económico-cultural.
El mundo occidental volcó en los últimos años sus fuerzas hacia un acentuado desarrollo capitalista de ultranza, una tendencia recién salida triunfante del enfrentamiento entre los bloques occidental-capitalista y el soviético, en lo que algunos analistas han llamado la Tercera Guerra Mundial, que si bien fue una “guerra fría” como se la denomina, se hizo sentir en distintos combates armados de menor escala alrededor del mundo.
Las políticas neoliberales se vieron entonces profundizadas en distintas partes del mundo desde finales de los ´80, con distinta fuerza según la cohesión social de cada país, pero con particular intensidad en los países subdesarrollados- que según la debilidad en su tejido social, se vieron más o menos influenciados.
En los últimos años han surgido-como era quizá necesario ante una balanza cedida demasiado a la derecha- distintas fuerzas de centroizquierda que comenzaron a buscar equilibrar la tendencia neoliberal y de algún modo neutralizar el modelo neoliberal del consenso de Washington.
Y si bien algunos autores diferencian hoy al postmodernismo del neoliberalismo, están bien relacionados y comparten sus principios y valores, y, principalmente, son contemporáneos. La tendencia hacia el vacío espiritual y la superficialidad son dos de los elementos esenciales de ambos hechos sociales. De más esta decir que por alguna razón surgen más o menos en una misma época, y por demás, son meras conceptualizaciones. La realidad sigue siendo una.
Son parte de un proceso físico y mental que vive lo que algunos internacionalistas llaman el “alma del mundo”. Hoy se trataría de un proceso de vaciamiento de contenidos espirituales, de exaltación de los sentidos, del elevamiento de la parte más “animal” e instintiva del ser humano, vacía de interioridad y reflexión. Eso representan ambos, el Posmodernismo y el llamado “Capitalismo salvaje”. Los reiterados ejemplos en televisión y en magazines semanales en nuestro país son ejemplos irrefutables de esta afirmación.
Pero ambos son parte de un período de crisis, de una crisis a nivel mundial de principios y valores que será sobrepasada indefectiblemente con la aparición de una nueva “personalidad social”, nuevas estructuras y valores agiornados a una realidad que se modificó.
Muchas personas ven hoy, más allá de su fracaso o éxito económico, difuso su sentido de la existencia, desmoronados los basamentos teóricos que sostienen sus formas de convivir y de comprender el mundo. Sociedades enteras están hoy a la búsqueda de nuevos sentidos y de nuevas formas de ver y hacer a la sociedad y de entenderse a si mismos.
Y el proceso de globalización tiene aquí mucho que ver. Se han abierto fronteras, y por ende las mentes de las personas. Miles de impulsos e información distinta e influenciable llegan a las casas de millones de personas en todo el mundo.
La cultura y el pensamiento occidental se mezclan con la oriental, las raíces griegas con las chinas, con las hindúes, con la musulmana, etc. Muchos grupos humanos están siendo influenciados por nuevas identidades, nuevas formas de comprensión, de convivencia, de manifestar sus creencias religiosas y de comprender y estudiar su propia historia. Están vaciando sus mentes y espíritus de los componentes del Modernismo que quedaron obsoletos y buscan nuevos valores, nuevos principios y nuevos moldes para encajar sus vidas. Hoy se vive un período de plena crisis y debemos esforzarnos por superarla y terminar parados sobre tierra firme.
Se trata de un “vaciamiento” y a la vez de la “incorporación” de nuevos sentidos el proceso que se vive hoy día, aunque más tímidamente aun, lo segundo. Incorporamos pequeños nuevos elementos que se congregarán en un futuro para configurar las nuevas formas de pensar y de sentir en la sociedad.
Hasta quizá del Posmodernismo actual surja con el tiempo un Neo- modernismo, que ordene las ideas que vayan surgiendo de aquí a los próximos 10 o 15 años, o menos. Vendrán nuevas formas de desarrollar nuestra vida en sociedad, de hacer y participar en política, de manifestarnos culturalmente. Iremos configurando nuevas formas de expresión, que nacerán de la profunda decadencia sociocultural en la que hoy muchos se encuentran sumergidos. Es la oportunidad de que aquellos pensadores y estadistas del mundo trabajen e integren a todas las personas en el objetivo de generar nuevas forman que mejoren a la humanidad en su conjunto.
Vemos aparecer hoy vagamente nuevas formas de ver la historia, de llevar a cabo la realización individual, de una manera un poco más “social e integradora”, con la participación de ongs. en política, con diversas organizaciones, con la integración de estados en organismos internacionales, la Responsabilidad Social Empresaria y otros tantos modos de articulación sociopolítica.
Todo forma parte de un proceso más abarcador y los caminos posibles son numerosos, a la vez que pueden ir en distintas direcciones. A esto se debe la existencia una crisis, y se tratará de elegir el mejor camino posible para todos.
Es momento de aprovechar esta etapa para plasmar y asentar las nuevas formas de comprendernos a nosotros mismos, de entender nuestro alrededor, nuestra identidad como argentinos, y al mundo entero. Una forma superadora de vivir, de convivir y mediante la cual podamos mejorar nuestra individualidad para que la sociedad toda evolucione hacia un futuro mejor y sustentable para todas las generaciones que vendrán.