Enero de 2023
Las 7 carreras por el predominio global
Vivimos una época de transición histórica, de esas que suceden cada siglos, denominada por algunos como Transición Hegemónica. Otros prefieren llamarla una "Nueva Guerra Fría", el Consenso de Washington vs. Consenso de Pekín, y otras definiciones que a grandes rasgos describen diversas características de un mismo fenómeno. La distribución de las capacidades entre las grandes potencias está cambiando, el ascenso chino, ruso y el fortalecimiento de actores intermedios como India, Arabia Saudita, Turquía y otros. De esta manera, también estamos frente un multipolarismo en ciernes.
Son dos fenómenos que se producen de manera simultánea: multipolarismo por un lado, y el traslado del centro del poder global de Occidente al Asia-Pacífico. Son cambios relevantes dentro del Sistema Internacional, con crecientes tensiones estructurales que afectan a todas las regiones del mundo, sin excepción. Y los actores (fundamentalmente estatales, pero también privados y otras organizaciones) que sepan ver esta realidad y adaptase, sacarán provecho. Aquellos que no lo hagan, sufrirán las consecuencias de esa falta de visión y otros lamentablemente serán (y están siendo) víctimas de estas tensiones debido a sus recursos, o su posición geográfica, o debido a sus posturas de política exterior que puedan contradecir a los grandes intereses en pugna.
En este marco general, observamos que en el siglo XXI se acentúa y acelera una serie de competencias, disputas, carreras contrarreloj en el contexto anárquico[1] del Sistema, en medio de la búsqueda de incremento del poder por parte de las grandes potencias, principalmente EEUU y la República Popular China, con un rol también destacado de Rusia, la UE -y algunos países miembros por separado-, y la India y Japón principalmente. Todos ellos, además, persiguen tener un papel más importante en los asuntos mundiales, así como resguardar su seguridad y afianzar sus defensas, sea por medio de alianzas o por separado. Estas cuestiones forman parte de las premisas básicas del neorrealismo en las Relaciones Internacionales, las que podemos completar con: búsqueda del incremento de capacidades (económica, militar, tecnológica, influencia, etc.), del poder, mantener la independencia, la soberanía y asegurar la supervivencia, como primera e indispensable condición. Se busca consolidar e incrementar, en este sentido, tanto el poder blando como el poder duro.
Claro que también hablamos de una transición multipolar y de un nuevo equilibrio de poder que se está gestando. La Pax Americana, o el "siglo americano" está llegando a su fin, lo que asumen tanto desde Washington como desde otros centros de poder en el mundo. China y Rusia buscan balancear lo que consideran un excesivo poder norteamericano en los asuntos globales, que sienten amenaza su seguridad, en medio del incremento de su propia influencia regional y global. Además de la UE, que vacila entre la posición atlantista y atisbos de autonomía, otros actores medianos buscan un rol más relevante (Irán, Arabia Saudita, Japón, Turquía, India, Israel, etc.), tanto en sociedad con actores mayores o por propio interés.
En el tablero global, cada actor funciona como una pieza de ajedrez, con roles identificados y que pueden variar. Los peones y torres serán los primeros en ser sacrificados, y podemos identificarlos en los conflictos activos y sangrientos a lo largo y ancho del mundo. Ucrania es un ejemplo, y Taiwán podría ser otro si los grandes jugadores no resuelven esa tensión de manera negociada. Aunque no será fácil, porque en la isla de Formosa se juega la hegemonía regional china y el deterioro del predominio norteamericano en el Asia-Pacífico. Una potencia en ascenso que busca consolidarse frente a la primera potencia global en retroceso, que resiste el cambio e intenta evitar que surjan hegemonías regionales en Europa del Este, en este caso Rusia, y China, como bien lo señala John Mearsheimer (2014).
Algunos peones se convierten en alfiles, un ejemplo claro es Corea del Norte, al haber adquirido armamentos atómicos, habiéndose sumado al club nuclear sin haber sido invitado oficialmente. Las reinas, moviéndose de uno a otro lado según sus deseos, intenciones e intereses, son las equivalentes a las grandes potencias, porque así lo permite el sistema. EEUU y China serían dos ejemplos, cada uno con sus características particulares y perfiles diferentes de política exterior. Otros miembros del tablero pueden no tener un color definido, como la India, o Turquía, que serían las fichas grises, ni blancas ni negras.
En este contexto de traslado del centro global y de Multipolarismo, el siglo XXI es testigo de 7 grandes disputas fundamentales, que podemos llamar Carreras (races), ya que los fenómenos determinantes son la aceleración, la rapidez y la intensidad con que se están llevando a cabo, involucran a todo el mundo, y unos pocos llevan la delantera y se disputan el podio y traerá grandes ganadores y perdedores al final de cada una, con o sin guerras de por medio.
¿Qué hay en juego? Poder, riqueza, influencia, éxito, prestigio, centralidad, y un lugar de protagonismo en la historia de las Naciones y de la humanidad. Y todas las carreras pueden desenvolverse tanto en términos pacíficos como por medio de conflictos bélicos. Depende del interés que tengan los actores, de hasta donde estén interesados en escalar, de sus necesidades, de la racionalidad y de los errores de cálculo, hablando principalmente de las grandes potencias en cada asunto en particular.
Las 7 Carreras que observamos son:
1. Armamentista
2. Tecnológico-Científica
3. Monetaria-Mercantil
4. Por el Espacio Exterior
5. Por los Recursos Naturales
6. Por los Polos terrestres
7. Contra el Cambio Climático
Todas las carreras están interrelacionadas, y dentro de ellas se pueden comprender las disputas comerciales, las tensiones diplomáticas, políticas, la gran mayoría de conflictos militares (aunque se presenten en los medios de determinada manera), las negociaciones y acuerdos concretados, los Tratados suscriptos y en vías de consecución. También puede plantearse la comprensión de las mismas desde el ámbito geopolítico, y en el marco de diversas teorías de las Relaciones Internacionales.
Dos de las amenazas más grandes que afronta la comunidad internacional hoy convergen en las carreras: las armas nucleares (en la carrera armamentista) y el cambio climático (una de las carreras en sí mismas, y la única que se corre marcha atrás, a pesar de los Tratados y buenas intenciones). Los efectos del cambio climático vienen dando señales cada vez más claras y contundentes sobre la urgencia de terminar con la inacción tanto política como de las grandes corporaciones. Esta carrera, junto con la armamentista, representan amenazas actuales a la supervivencia humana.
Hagamos unas breves consideraciones de las Carreas.
Carrera Armamentista:
Los años ´90 se presentaban como el supuesto “Fin de la Historia” esgrimido por el liberal Francis Fukushama (1992), el triunfo del capitalismo liberal, la ideología democrática de libre mercado y un bagaje cultural occidental que se presentaba triunfante luego de décadas de Guerra Fría. Pero esto no era más que una expresión de deseo unipolar, ya que EEUU no lograba incorporar finalmente ni a Rusia ni a China (ni a tantos otros) en un sistema liberal liderado por Washington y una UE atlantista.
A partir de inicios del siglo XXI, el rápido crecimiento y desarrollo del Asia-Pacífico (fomentado por el mismo sistema liberal), permitió que China emergiera como un actor de gran relevancia, así como la India y otros actores de la región. En tanto que más hacia el norte, Rusia se recuperaba de la desastrosa serie de reformas liberales que hundieron al país en los años ´90, e iniciaba el nuevo siglo en medio de un proceso de recuperación general, político, económico y militar.
Las señales revisionistas, de búsqueda de reequilibrio y de multipolarismo comenzaron a verse con mayor claridad a medida que corrían los años, así como empezaban a observarse mayores tensiones militares. La OTAN se había expandido hacia el este, a las puertas de Rusia por el norte, y el Asia-Pacífico sentía un predominio occidental tanto en términos económicos como militares. Esto contradecía los intereses nacionales de China y de Rusia.
En la política internacional, sobrevivir, incrementar el poder y la riqueza suelen ir acompañados de condiciones efectivas de seguridad nacional. Esto es, buscan un mayor poder militar. El resurgir de Rusia y el crecimiento de China –que crecerían en detrimento de posiciones de EEUU- iban a ser acompañadas del desarrollo de mayores capacidades bélicas. La condición norteamericana de "gendarme del mundo" no era ya aceptada. Y el ascenso ruso y chino, acompañado del crecimiento de sus capacidades militares, generó la reacción de los EEUU, y de otros actores medianos, y así comenzaron todos a incrementar su poderío militar, siendo los pequeños y medianos condicionados por los actores más grandes, es importante tener claro esta condición.
Así se dio inicio a esta nueva carrera armamentista, que es la tercera en los últimos 100 años: la primera se consolidó a inicios del siglo XX entre las potencias europeas (a los que se sumó EEUU), la segunda durante la Guerra Fría (o primera Guerra Fría) entre EEUU y la URSS, y la tercera desde inicios del siglo XXI entre EEUU, China, Rusia y otros de manera secundaria.
Los números hablan por sí solos. En los últimos 15 años, el incremento del gasto militar global se incrementó en un 25%, lo que representa algo más de medio billón de dólares estadounidenses, superando el total los US$2 billones anuales. Washington encabeza el gasto militar (801.000 millones, un 38% del total global), seguido por China (293.000 millones, un 14% del total)[2]. El incremento del gasto fue acompañado de la modernización tanto de los armamentos convencionales como de las armas nucleares, política a la que se han abocado fundamentalmente los 3 actores que pujan en el camino hacia el nuevo equilibrio: EEUU, China y Rusia. En las últimas dos décadas, tanto Europa del Este como el Asia-Pacífico han experimentado una creciente militarización, a uno y otro lado de las fronteras de la OTAN. En esta nueva década, la Guerra en Ucrania y el agravamiento de las tensiones en Taiwán con la llegada de la "Cuarta Crisis del Estrecho", agudizan la situación y aceleran la competencia, poniendo sobre la mesa la posible proliferación nuclear, sin poder descartar por completo el uso de bombas nucleares. Y al mismo tiempo, se produce un fenómeno que parecía parte del pasado, el rearme de Alemania, que ocupaba el puesto número séptimo, podría pasar si consolida su incremento anunciado de 100 mil millones de euros (+185%), colocaría al país en el tercer lugar sólo por detrás de EEUU y China, y por arriba de Rusia. Hay que observar, de todos modos, si ese incremento se da en un año o es distribuido a lo largo de los siguientes períodos. El gasto alemán actual ronda los 54 mil millones de euros.
La carrera de armamentos iniciada por las 2 potencias nucleares y la segunda economía global, provocó que otros entraran en la partida: India y Japón también incrementaron su gasto militar notablemente: la India en un 7,8% en 2020 y casi duplicó su gasto en una década, y Japón en un 4,6% en 2020, ocupando el puesto número 9 en el ranking global. Ambos son aliados de EEUU y competidores de China, aunque la India tiene su propio juego, siendo miembro de los BRICS y gran comprador de armamentos y energía de Rusia. Corea del Sur es otro ejemplo, donde creció un 6% el gasto en armamentos, duplicando el monto en la última década (de 20 mil millones de dólares en 2010, llegó a los 40 mil millones en 2020)[3], mientras China intenta profundizar también sus relaciones políticas y económicas, siendo hoy el principal socio comercial del país.
Este incremento del gasto, que podríamos ejemplificar con otros tantos actores, junto con las crecientes tensiones (sobre todo en las zonas linderas a las potencias revisionistas (Europa del Este y Mar de China meridional) están acompañadas por el deterioro de los regímenes internacionales que limitan el armamentismo. Estos son algunos indicadores de la carrera armamentista que experimenta el Sistema Internacional.
Esta carrera de armamentos abarca las 3 dimensiones de la Geopolítica (mar, tierra, aire) y también los dominios de la Astropolítica (o geopolítica del espacio exterior), el último terreno elevado. Las principales potencias modernizan y amplifican sus FFAA para todos los terrenos, tanto en el ámbito tripulado de fuego, autónomo, así como electrónico y cibernético.
Por supuesto que la carrera armamentista alimenta un conglomerado de corporaciones que se encuentran entre las empresas más grandes y poderosas del mundo. Entre los 10 principales fabricantes de armamentos, hay 6 compañías norteamericanas, 3 chinas y una británica. El total de venta de armamentos de 2019, sólo de las 25 empresas más grandes, fue de US$ 361.000 millones[4], un 8,5% más que en 2018. De todos modos, la falta de ciertos datos de China podría subvaluar la posición de sus compañías de armamentos. Todos los números y estadísticas se incrementan notablemente en los últimos años, un indicio claro de la aceleración de la carrera.
El valor económico de la industria de armamentos no ha hecho más que crecer, siendo EEUU el principal exportador, seguido de Rusia, acaparando entre los dos casi un 60% del mercado. El incremento en las ventas fue realmente abrumador. Desde inicios del siglo XXI hasta el presente, la venta de armamentos a nivel global creció un 164%, y luego de una breve baja entre 2010 y 2015, se aceleró notablemente en los últimos 7 años[5]. Las capacidades nucleares de las grandes potencias son asombrosas, y están en continua modernización.
Asimismo, las potencias buscan adelantarse a sus competidores y no quedar rezagados. Una de las mayores ventajas norteamericanas actuales es el poder marítimo. Así es que China busca hacerse de nuevos portaviones. Ya logró conseguir 3, dos adquiridos en el extranjero, y un tercero de fabricación propia, el Fujian (de última tecnología). Además de 61 submarinos de guerra. Beijing sólo está por detrás de EEUU (lejos aún) que tiene 11 portaaviones activos y varios más en reserva, y más 69 submarinos de guerra. Rusia tiene 1 portaviones y 61 submarinos de guerra. Los 3 países cuentan con SLBM (Misiles Balísticos de Lanzamiento Submarino). Esto quiere decir que misiles de largo alcance (convencionales o nucleares) pueden ser lanzados desde submarinos desde distintas ubicaciones en el mundo.
En fuerza aérea, los aviones más avanzados del mundo (de 5ta. generación[6]) están en manos de los 3 países: en EEUU son los F-35 polivalente (versiones A, B y C) y el F-22 Raptor, China tiene en servicio desde 2017 el J-20, su más preciado activo aéreo para la guerra y Rusia introdujo oficialmente en 2020 el Su-57. El Su-35 es otro a la altura de los más poderosos, pero de 4ta generación. Otros países, como el Reino Unido, Israel y Turquía, disponen de F-35 comprados a los EEUU, entre otras aeronaves. Naciones como la India están trabajando en sus propios aviones de quinta generación.
China tiene más de 20 tipos distintos de misiles balísticos (entre corte, medio y largo alcance), Rusia alrededor de 18, EEUU 4 tipos pero en grandes cantidades[7]. India, Reino Unido y Francia son otros con capacidades misilísticas de envergadura, y luego Pakistán, Israel y otros en menor medida. Los 3 grandes actores están modernizando en forma acelerada sus capacidades misilísticas, eso incluye los misiles con capacidad de cargas armamento nuclear. El último misil presentado en el mundo es el ruso Sarmat, un poderoso ICBM (Misil Balístico Intercontinental) con capacidad de portar varias ojivas nucleares (denominados MIRV) y con efectividad para sortear defensas anti-misiles.
No avanzaremos más aquí en la comparación entre las Fuerzas de los actores principales, elaborada para una próxima publicación. El top 10 de los poderes militares (hablamos de poderío y no del gasto, el llamado Firepower) globales es el siguiente: EEUU, Rusia, China, India, Corea del Sur, Corea del Norte, Japón, Francia, Pakistán y el Reino Unido[8]. Todos ellos, de una manera u otro, forman parte de esta carrera armamentista. En marzo pasado (ya iniciada la ofensiva rusa en Ucrania) Francia anunció un fuerte incremento del gasto militar, para hacer frente a una posible guerra de alta intensidad. [9]
La carrera se acelera, así como también las amenazas percibidas de varios actores, la desconfianza y el espionaje tecnológico de capacidades militares que está a la orden del día, algo sobre lo que los grandes poderes se acusan mutuamente.
Sin exagerar, podemos señalar que la situación actual es la antesala de una guerra global a gran escala, que principalmente no se produce debido a la disuasión nuclear, y en segundo lugar por una creciente interdependencia económica. En un estudio realizado por el politólogo Graham Allison (2015) para la Universidad de Harvard[10] refería a una nueva trampa de Tucídides[11] entre EEUU y China. El estudio analiza 16 grandes tensiones o conflictos sobre el ascenso de un poder y el deterioro de otro, con 12 guerras catastróficas acontecidas. 3 conflictos resueltos sin enfrentamiento directo entre potencias se produjeron en la era de la disuasión nuclear.
Pero así como sucedió durante el siglo XX a partir del surgimiento de las bombas atómicas, no se descartan nuevas guerras localizadas con intervención de las grandes potencias, como la que acontece en Ucrania, y puede estallar a fines de esta década o en la próxima en Taiwán si EEUU y China no resuelven las tensiones en forma negociada. Así como tampoco se puede descartar del todo un conflicto global mayor, con el peligro del uso de armas nucleares siempre presente.
La Carrera tecnológica es obviamente transversal a las otras 6, es protagonizada por los dos grandes actores (EEUU y China), y participan en cierto modo también los actores medianos. Recordemos, transición hegemónica y multipolarismo, dos fenómenos simultáneos.
Podemos mencionar las características y componentes principales de esta carrera. Por un lado, a lo largo de la historia los avances tecnológicos han brindado ventajas estratégicas a los países que han tomado la delantera en diversos desarrollos y descubrimientos, permite obtener un mejor posicionamiento en el sistema internacional, ventajas económicas, militares, políticas, etc. La pólvora hace varios siglos, las primeras ametralladoras, la tecnología satelital, internet, los misiles balísticos, la aviación, las armas nucleares, entre otros, son claros ejemplos.
Actualmente, las Tecnologías de Información y Comunicación (Tics), tecnología aeroespacial y de misiles, nuevas técnicas de producción y trabajo mediante recursos tecno-científicos, junto con la competición entre compañías privadas por los últimos avances (los cuales también tienen un rol en la disputa entre los actores y empoderan a uno y otro país), etc., todos ellos generan ventajas significativas a quienes tomen la delantera. Y eso se traduce en poder, en prestigio y en riqueza, algo en lo que EEUU y China compiten arduamente en un marco de crecientes tensiones políticas.
La industria de la electrónica, teléfonos móviles, robótica, el 5G, Inteligencia Artificia (IA), Internet of Things (IoT), computadores, chips, industrias pesadas (automóviles eléctricos, aviación comercial), software, tecnología de alimentos, de producción energética más eficiente y menos contaminante, la cantidad de desarrollos en disputa es enorme. Es en parte la gran competencia por liderar la 4ta revolución industrial.
Y como bien sabemos, la industria de alto valor agregado es un elemento fundamental para mantener la estabilidad macroeconómica, permitiendo dos objetivos fundamentales: fuerte incremento de reservas internacionales, superávit e influencia sobre otros países, así como altos salarios para empleados calificados de los diversos sectores.
En esta carrera, si bien hay varios actores que participan de ella, EEUU y China se disputan el liderazgo. Recordemos que el centro de gravedad político y económico se está trasladando hacia el Asia-Pacífico, y Occidente, si bien promovió el desarrollo asiático con grandes inversiones en las últimas décadas, busca ahora resistir esa transición hegemónica. Actualmente ambos son socios y competidores fundamentales entre sí. Pero socios comerciales no significa una sociedad tecnológica, donde las acusaciones mutuas han proliferado, de boicot, robo de tecnología, espionaje, etc. Habrá que ver si Washington logra o no desacoplarse de la potencia asiática.
Por ejemplo, el 5G[12] es uno de los elementos clave de esta carrera, en el que China ha tomado ventaja. Países de varias regiones del mundo han adoptado el modo chino, y EEUU avanza para ponerse a tono mientras negocia o presiona a terceros actores para que rechacen la tecnología china. Un informe al DoD afirmaba que el país estaba dos años por detrás de China en esta tecnología, y llamaba a frenar el avance. El objetivo de Washington es contener a China, en todos los aspectos, desacelerar su ascenso, ralentizar su carrera hacia la cima, y si es posible, cortarle ese camino.
El sector automotriz es una de las industrias pesadas más importantes de la historia, con un liderazgo occidental desafiado. Por un lado, China es el principal mercado de consumo de las compañías más importantes de Occidente. Por el otro, la industria nacional ha crecido a pasos agigantados. Changan Group, Geely, Great Wall, SAIC y Chery son sólo algunas de las principales compañías nacionales chinas, que han vendido millones de automóviles y se expanden por todo el mundo, incluso adquiriendo compañías occidentales (Volvo y Lotus fueron adquiridas por Geely, por citar un ejemplo). Y China ha sido el motor global de crecimiento de esta y otras industrias de alta tecnología.
En cuanto al segmento eléctrico, por primera vez una compañía china, ByD, superó en ventas a la norteamericana Tesla, vendiendo 641.000 frente a 564.000 de la empresa de Elon Musk. Éste último, recordemos, tiene además una de sus mayores plantas de construcción de Tesla en la misma China, y mientras en Twitter ha criticado al comunismo chino como sistema político, se ha congraciado bailando al ritmo de la música oriental al finalizar la fabricación de la primera tanda de Tesla 3 en la fábrica en china[13], siendo además uno de los primeros conglomerados 100% de titularidad extranjera en territorio de la potencia asiática.
China sumo introducirse en el club de los líderes tecnológicos, dando comienzo a la nueva carrera tecnológica, industrial y por los mercados también, gracias una decisión política tomada décadas atrás: permitir inversión extranjera pero asegurarse transferencia de tecnología.
Esta carrera avanza a pasos agigantados, lo que incrementa las tensiones políticas y militares entre los grandes actores. El nuevo acercamiento entre Silicon Valley y el Pentágono nos muestra no sólo la evolución de la Defensa frente a esta nueva era, sino la esencia de esta carrera, que implica una verdadera competencia por el poder y el predominio, también militar[14].
En su intento de contener el avance tecnológico chino, EEUU hace jugar a Taiwán un papel relevante. La isla es el principal productor de semiconductores, y además Washington promueve la "alianza de los chips", con la intención de aislar a China de la cadena de suministros global de este producto. Además de haber aprobado hace poco una ley que prevé un aporte público de más de 50 mil millones de dólares (de las arcas públicas) para generar competitividad en producción de chips en EEUU[15].
Esta competencia, como todas las demás, funciona también como válvula de acción geopolítica. Sólo un ejemplo (de tantos que han proliferado en las últimas décadas): la inversión china en una planta de construcción de baterías para autos eléctricos en Hungría, en el corazón de Europa, es clave para la iniciativa de la Franja y la Ruta (la nueva ruta de la seda). Acontecimientos de este tipo permiten a Beijing incrementar su influencia y relaciones amistosas en esa y otras regiones, lo que ha ido horadando la hegemonía norteamericana. En términos objetivos, para EEUU es un juego de suma 0. Lo que gana China, en cualquier rincón del mundo, es una pérdida para el actual hegemón en declive, y busca evitar eso con los medios que estén a su alcance.
También es importante comprender que las grandes compañías tecnológicas, en ocasión de grandes tensiones y conflictos –como los que observamos hoy día- forman parte del poder nacional de los grandes actores y actúan en consonancia con la estrategia nacional. Esto forma parte de la doctrina militar oficial norteamericana. Las grandes compañías norteamericanas que abandonaron Rusia lo hicieron por una decisión política, no económica, la decisión de Apple de abandonar China y construir el iphone en la India responde en parte a una decisión política (más allá de que esgrima razones económicas y de costos).
Una de las jugadas de los EEUU para contener a China fue una serie de sanciones que impuso a la tecnología china (Huawei, ZTE, la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial ´CASC´, institutos de investigación tecnológica, etc.). Anteriormente eran segmentos y mercados casi patrimonio exclusivo de Occidente, y con cierta participación de sus aliados asiáticos. Entre esas y otras acciones podemos observar las acciones norteamericanas en el marco de su estrategia en la competición tecnológica:
· Sanciones directas a tecnología china
· Regímenes de control de exportaciones (limitar ventas desde EEUU a empresas tecnológicas chinas)
· Influencia o presión sobre empresas de EEUU y terceros actores para que no adquieran tecnología china
· Fortalecimiento de los desarrollos tecnológicos nacionales
En cuanto a la carrera monetaria, quizá resulte para el público en general la más difícil de identificar, pero también es fundamental. En la historia económica y de las relaciones internacionales se puede observar que los actores que tienden a predominar en el Sistema lo hacen también a través de sus monedas, lo que les permite mayor control, influencia y consolida su poder. En definitiva desde el fin de la segunda guerra mundial y luego de debates y discusiones, Washington logró implantar el dólar estadounidense como moneda principal en los intercambios internacionales y como moneda de reserva.
La amenaza principal al dólar, no es el Euro (mientras la eurozona se mantenga como aliada geopolítica de Washington), sino el Yuan o Renminbi chino, aunque en este caso el proceso se produce más lentamente. La economía, más allá de los análisis dentro de las ciencias económicas, tiene su raíz en la política y lo social. De allí parte, y para entender los fenómenos económicos de manera más acabada, el factor sociopolítico es primordial. Y así se manifiesta esta carrera en el siglo XXI.
El poder de la moneda representa poder económico y también político, influencia, y funciona como factor de injerencia y presión. América Latina y su relación con el dólar expresa muy bien lo que estoy afirmando. Pero el mismo FMI ya afirmó que el dólar viene perdiendo volumen como moneda de reserva, y diversos analistas del mercado, incluyendo Wall Street, advierten que la hegemonía del dólar se está debilitando y muchos indican que entrando en la década del ´30, ese debilitamiento se profundizaría.
En algunas relaciones bilaterales, por ejemplo entre China y Rusia, se dejó a un lado el uso del dólar, y comercian en rublos y yuanes. La India compra energía rusa sin uso de la divisa norteamericana, y a Irán le paga el petróleo en Euros. Otros países, y sobre todo los que experimentan tensiones o conflictos con Washington, van dejando a un lado el dólar. En este sentido, en los últimos años desde el grupo BRICS se ha criticado seriamente el dominio monetario norteamericano.
El presidente del Banco de Inglaterra, Mark Carney, afirmaba al Financial Times que le hegemonía del dólar debía ser reemplazada, ya que su importancia no se corresponde con la realidad. Incluso Christine Lagard, en su etapa como Directora del FMI, había señalado que pronto deberían mudar la sede central del organismo a China[16], y observamos las tensiones que se produjeron con Kristalina Georgieva con respecto a una supuesta “maniobra para beneficiar a China”[17]. El organismo informó que la proporción de reservas en dólares en posesión de los bancos centrales del mundo disminuyó al 59% hacia finales de 2020, el nivel más bajo en 25 años, frente al 71% en 1999[18].
Tener una moneda de reserva internacional otorga privilegios debido a la mayor demanda global de dicha divisa. Luego de la "caída en desgracia" de la libra esterlina como moneda de reserva internacional, ascendió el dólar, impuesta por EEUU luego del final de la Segunda Guerra, cuando incluso los británicos abogaban por una moneda global, el Bankor. El declive del predominio norteamericano, por ende, está acompañado de las tensiones y signado también por esta carrera monetaria, donde el Euro y el Yuan pisan cada vez más fuerte. Pero el camino es lento, y EEUU buscar ralentizarlo aún más.
Países como Rusia, México, Suiza, Chile e Israel ya han incrementado de manera notable sus reservas en la moneda china.[19]
El FMI es claro en su último informe al respecto: "Una caracterización de la evolución del sistema de reservas internacionales en los últimos 20 años es, por lo tanto, como un alejamiento gradual del dólar, un aumento reciente, aunque aún modesto, del papel del renminbi y cambios en la liquidez del mercado, los rendimientos relativos y la mejora de la gestión de las reservas. los atractivos de las monedas de reserva no tradicionales"[20].
Recordemos que desde el 2016, el yuan fue incorporado a la cesta de monedas de los Derechos Especiales de Giro (DEGS), y el gobierno chino tomó medidas para internacionalizar el uso de su moneda, incrementando de manera notable el instrumento de swap financiero. Hoy día ya es la tercera moneda con mayor peso en la canasta, superando al yen y a la libra esterlina.
La estabilidad económica y financiera, y una política predecible, sostenible y seria son factores importantes para la confianza en su moneda, además del poderío e influencia general, incluso militar. Los problemas políticos y sociales internos de los EEUU son un factor negativo, pero no determinante. Y si bien el declive del dólar es real y concreto, es más lento de lo que algunos auguraban. China, por su parte, representa cerca del 20% de la economía global, pero sólo el 3% de las transacciones internacionales se realizan en Yuanes, por lo que se espera un incremento de su uso en el futuro. La Guerra en Ucrania también puede acelerar esta tendencia, con Rusia y la India intensificando sus intercambios comerciales en sus respectivas monedas, por citar un ejemplo.
Recientemente, la Unión Económica Euroasiática (que ya redujo el uso del dólar en sus operaciones hasta el 21% del total de operaciones[21]) y China están negociando el establecimiento de un sistema monetario y financiero internacional independiente de Occidente. El grupo BRICS viene abogando hace años por verdaderos cambios en las finanzas internacionales, y el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) del grupo, así como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) vienen creciendo de manera sostenida.
Desde el Banco Creditt Suise fueron más allá y se sumaron a quienes vienen augurando el fin de la hegemonía del dólar, al afirmar que a partir de la guerra un Ucrania se formará un nuevo orden monetario en el mundo, el cual "estará centrado en las divisas del Este, basadas en materias primeras", y que probablemente "va a debilitar el sistema monetario basado en el eurodólar, y creará presiones inflacionistas en Occidente". Agregan que el rol del Banco Central de China será clave, y que le comerá territorio al modelo basado en el eurodólar: "Cuando la guerra termine, el dólar debería ser una divisa mucho más débil, y el yuan, mucho más fuerte, soportada por una cesta de materias primas", afirmó el especialista de dicho banco, Zoltan Pozsar[22].
Suele decirse que la validez de una moneda o divisa se base en la confianza de quien la utiliza. Pero no es sólo eso, también y principalmente se basa en el poder de quien la emite, tanto económico como político y militar, y la influencia y coerción que pueda ejercer sobre terceros. El poder ejercito por Washington sobre América Latina a partir del dólar es uno de los tantos ejemplos que podemos mencionar. El declive relativo de los EEUU como hegemón global tendrá un inevitable correlato en su poder monetario y financiero, y una sociedad que abarque el Heartland (corazón de la Tierra y la zona más importante desde donde intentar tener mayor relevancia en los asuntos del mundo), como la Ruso-china, podrá ser determinante durante esta y la próxima década.
Por supuesto que la realidad es más compleja de lo que acabamos de describir, ya que la proliferación de monedas y carteras digitales también recibe la atención de ahorristas, y si bien es un proceso incipiente, no debe dejarse de lado.
Por citar el caso de las criptomonedas, si bien su incidencia es aún pequeña, continua en ascenso y ya ha llamado la atención de gobiernos y de inversores institucionales. La utilización de critpo representó en 2021 el equivalente a un billón de dólares norteamericanos, lo que representa alrededor del 1% del PBI global. Parecepoco pero no lo es, y el crecimiento del uso de este tipo de monedas fue exponencial en la pandemia. Las principales son el Bitcoin, Ethereum, Binance Coin y Tether, aunque en total hay más de 10.000 monedas, un número bastante alto, y las principales cotizan en bolsa. Son recurso de ahorro (no exentas de riesgo) y también de especulación. Estados Unidos, Corea del Sur, Alemania, India y España son los países donde más ha crecido la utilización de este tipo de monedas. China, por su parte, ya lanzó su propia criptomoneda (nacional), con respaldo del Yuan. Bahamas es otro, así como en Europa occidental, Estados Unidos, Australia y Rusia están evaluando desarrollar sus propias cripto, lo que precisamente significa que el mercado cripto puede pasar a ser parte integrante directa de esta gran carrera monetaria entre los grandes poderes, coexistiendo estatales y no estatales.
Y también, pueden ser utilizadas (mediante la manipulación) como herramienta para debilitar monedas nacionales de oponentes: EEUU, China y Rusia lo saben muy bien y por eso en esos países se dan importantes debates con respecto a su regulación.
Más allá de las numerosas predicciones sobre el fin de la hegemonía del dólar que no se cumplieron, existe una tendencia, un camino que ya está transitando el Sistema, de declive de la hegemonía de la moneda norteamericana, y del ascenso del Yuan y otras, que de manera más acelerada o ralentizada, esta carrera acompañará el destino de las otras en curso.
La Carrera Espacial es la que juega en el ámbito de la Astropolítica[23] (geopolítica del espacio exterior), y el premio consiste en un incremento notable del poder, de influencia y control, prestigio, y también de riqueza. Si bien es cierto que hay actores privados con un rol cada vez más importante, la disputa central se produce entre los EEUU y China, con un rol significativo también de Rusia, Europa Occidental, así como la India y Japón en roles algo más secundarios. Los privados, con sus ambiciosos planes (como SpaceX, Blue Origin y otros tantos), crecen en importancia pero a su vez forman parte del poder espacial norteamericano, y tienen estrecha relación con el sector militar, siendo el dueño de Tesla el que más ha nutrido esa sinergia.
Debemos ser claros en esta cuestión. Si bien Elon Musk es un pionero de la industria, con grandes capacidades e ímpetu, sus emprendimientos espaciales no hubieran sido posible sin el apoyo de la NASA y de la administración norteamericana, tanto en lo político como en lo económico. Y así ha funcionado la industria de alto valor agregado en los EEUU a lo largo de su historia: espíritu emprendedor + respaldo estatal.
A partir del siglo XXI vivimos una Segunda Carrera Espacial. La primera, como todos sabemos, involucró fundamentalmente a EEUU y la URSS, con el primero como vencedor. Pero el ganador se durmió en los laureles, y a principios del corriente siglo se consolidó un nuevo competidor de envergadura, China. En apenas dos décadas, con varios años previos de planificación, la República Popular China (RPC) se convirtió en una verdadera potencia espacial y se ha puesto al día con varias capacidades que antes eran patrimonio exclusivo de los norteamericanos y de los rusos: sistema de posicionamiento, satélites militares, lanzaderas pesadas, estación espacial, entre otros.
Hoy, la disputa global abarca las tres primeras regiones de la Astropolítica: Tierra (desde la superficie hasta los 100km de altura), Región Terrestre (desde los 100km hasta la órbita geoestacionaria a 35.000km de altura) y el espacio lunar (desde la órbita geoestacionaria hasta más allá de la órbita lunar). La cuarta región, la Solar, por ahora se analiza en términos exploratorios, pero se ven indicios de la gran competencia en las misiones a Marte.
La nueva carrera espacial se produce en numerosos ámbitos, siendo los principales las capacidades satelitales (Comunicación, observación, transmisión de datos, inteligencia, posicionamiento, etc.), naves espaciales, lanzaderas (cohetes), armamentos espaciales (armas anti-satélites, electrónicas, láseres, etc.), tecnologías de vanguardia (como satélites cuánticos, robótica, rovers de superficie y voladores, producción de oxígeno y energía en el espacio, etc.).
En términos astropolíticos la competencia también se produce en términos de poder y seguridad. El acceso y uso libre del espacio, la ocupación humana de la órbita baja mediante estaciones espaciales, la exploración y colonización de la Luna (con la posibilidad de crear zonas de seguridad), la utilización de puntos astro-estratégicos. La militarización del espacio es una realidad, a pesar de lo que digan los Tratados internacionales, porque a medida que una región adquiere mayor valor estratégico, su defensa y accesibilidad se torna vital, y allí entra en acción el recurso militar.
En este sentido, las grandes potencias han pasado a considerar al espacio exterior como un recurso e interés vital de su interés nacional. El transcurso de las guerras de los últimos 30 años con participación de una o más potencias de envergadura ha dependido de las capacidades espaciales. La primera Guerra del Golfo (1991) fue la llamada “primera guerra espacial”[24] de la historia. Las capacidades espaciales permiten la “multiplicación de fuerzas” a un actor, mediante la correcta utilización del “último terreno elevado”. La comunicación entre tropas, la guía de vehículos autónomos, misiles, la observación, reconocimiento e identificación de blancos, de tropas enemigas, de infraestructura sensible, y otros tantos usos otorgan una ventaja significativa en combate.
Tanto EEUU, como China y Rusia vienen renovando continuamente sus capacidades espaciales. Y en la última década los avances se han acelerado. Desde la astropolítica se considera algo positivo, porque permite importantes avances tecno-científicos y la creación de nuevos instrumentos que luego son adaptados para su uso en Tierra.
Pero la competencia plantea serios desafíos desde la seguridad. El daño o bloqueo a satélites de alerta temprana puede cegar a las defensas de una potencia, pudiendo ser atacado fácilmente con misiles enemigos sin poder hacer uso efectivo de las defensas antimisiles. Por esta y otras razones, Donald Trump creó la US Space Force y se definió al espacio exterior como ámbito de guerra. Hoy se evalúa y existe más de una propuesta para revitalizar la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) de Ronald Reagan, aggiornada al siglo XXI.
La OTAN también definió al espacio exterior como ámbito de su incumbencia, y anunció que construirá una base espacial en Alemania. Varios aliados occidentales han creado en los últimos años sus propias instituciones militares espaciales, sin llegar a ser una Fuerza de la envergadura norteamericana, por ahora. Por su parte, China y Rusia han organizado notablemente sus fuerzas espaciales desde el 2015. Hoy, las tres principales potencias espaciales tienen armamentos que fácilmente pueden destruir satélites y naves espaciales.
Hoy, la vida cotidiana de prácticamente toda la humanidad tiene una alta dependencia de las capacidades satelitales: posicionamiento satelital, finanzas internacionales, transporte comercial por mar, tierra y aire, meteorología, prevención de desastres naturales y asistencia en ocasión de que sucedan, televisión satelital, internet satelital y un sinnúmero más de servicios hacen fundamental el terreno espacial para la vida en la Tierra.
Por otro lado, la competencia por la colonización de la Luna ya han comenzado, y la disputa está encabezada por EEUU (Acuerdos de Artemisa) y por China (Estación Internacional de Investigación Lunar - ILRS). Ambos planifican la ocupación robótica y humana, así como la utilización del satélite natural de diversas formas: uso de recursos naturales minerales, agua, helio3 y otros, puerto espacial para explotar y utilizar el sistema solar, bases estratégicas, observación astronómica desde el lado oculto, etc.
Las tensiones entre ambos actores está creciendo y se teme por la militarización del espacio cislunar (corresponde al camino entre la Tierra y la Luna). La NASA acusó a China de quererse apoderar de la Luna, y desde Beijing denunciaron que EEUU quiere generar cercamientos de zonas del satélite natural para adueñarse de zonas con recursos estratégicos, como el agua. El desafío para los próximos años es enorme: según la planificación, las bases del Artemis Camp y de la ILRS estarían a menos de 200 km de distancia, en el Polo Sur de la Luna. ¿Se profundizará el conflicto, habrá una guerra espacial, o se abrirán las puertas a la cooperación en la superficie lunar? Los acontecimientos futuros nos darán la respuesta.
En términos económicos, actualmente el espacio exterior representa un mercado de aproximadamente Us$ 400 mil millones, siendo el sector satelital el de mayores ingresos y con grandes perspectivas de crecimiento –seguido por los servicios de lanzamiento y transporte-, y en la próxima década la economía espacial rondará en Us$600 mil millones, y un billón para los años siguientes. Emplea a cientos de miles de personas en el mundo, con más de 1600 empresas de mayor o menor envergadura. Es uno de los sectores en mayor crecimiento de la economía internacional.
Las principales potencias han planteado sus estratégicas principales para la competencia en el espacio. La política espacial norteamericana, en combinación con la doctrina militar del espacio (de la recientemente creada Fuerza Espacial) y los lineamientos de acción de la NASA conforman el basamento de Washington para intentar mantener el liderazgo y preeminencia en el ámbito ultraterrestre. China, por su parte, a través de sus Libros Blancos (2000, 2006, 2011, 2016, 2021) ha trazado su estrategia espacial de manera concreta, y es hoy el único país que tiene estación espacial propia, y un satélite para comunicación desde la cara oculta de la Luna con la Tierra.
Las amenazas militares en el espacio están presentes, así como se observa un debate serio para reconfigurar el régimen internacional del espacio exterior, con la propuesta de nuevas normas, más adecuadas a la realidad actual. El actual elemento troncal del régimen, el Tratado del Espacio Exterior, data de 1967, década en la que la distención (necesaria) entre EEUU y la URSS guiaba la primera carrera espacial.
Hoy la realidad es otra, y por ejemplo, los planes norteamericanos y chinos para conquistar y utilizar la luna avanzan a pasos acelerados, lo que resultará en una nueva distribución de capacidades entre ambos actores. Ya no hablamos solamente de la Geopolítica en la Tierra, sino que las grandes potencias ya consideran la disputa en torno a un integrado sistema Tierra-Luna (el sistema binario), con rutas estratégicas, estrechos y bases espaciales, y una economía billonaria en base a la incorporación de nuestro satélite natural al sistema económico internacional.
La competencia por Marte y los asteroides también ha comenzado, aunque sólo se han dado unos primeros pasos, con la llegada de nuevos rovers norteamericanos, el primero chino y un orbitador de Emiratos Árabes Unidos. Los asteroides son vistos no sólo como amenazas, sino como fuente de recursos minerales para su explotación y comercialización, como bien se indica en la Space Act de los EEUU del año 2015.
Las 7 carreas están interconectadas, de modo que los Recursos Naturales son esenciales para la producción de tecnología para renovar las capacidades espaciales, los armamentos, y distintos recursos tecnológicos, así como para la estabilidad social y la economía, etc. Todas las competencias se producen al mismo tiempo, en todo el planeta (o mejor dicho en el sistema Tierra-Luna), con EEUU y China como sus principales protagonistas.
Por esa y otras razones, la carrera por los Recursos Naturales es vital, es una carrera por la supervivencia. En efecto, la ONU destacó que desde la década del ´90, al menos 18 conflictos armados se debieron específicamente a la obtención de recursos naturales, desde los más escasos hasta los más abundantes en términos absolutos: diamantes, oro, madera, agua, tierras fértiles, petróleo y gas, otros minerales diversos[25]. La aceleración en la utilización de los recursos y la escasez son factores que incrementan la competencia.
Minerales y energéticos como el Litio, el oro, el uranio, gas, petróleo y tantos otros son centros de disputa y tensión entre los grandes poderes en las zonas donde se acumulan, explicando en parte esto las tensiones de los últimos años en Bolivia, Venezuela, diversos países africanos (que en su mayoría ya tienen a China como principal socio comercial e inversor), medio oriente, etc. Históricamente, los golpes y guerras civiles africanas estuvieron marcados (y muchas veces impulsados) por el interés extranjero de acceder a los recursos estratégicos de manera económica o sin costos. Hoy, Beijing y Washington, cada uno con sus aliados, aceleran la disputa por esos y otros recursos en el marco de su competencia holística.
Otras fuentes de conflicto fundamentales son los recursos tan básicos y esenciales para la vida como el agua y la Tierra fértil. Y observamos que el cambio climático y la transición energética van determinando algunos elementos de esta carrera. La escasez de agua en algunas regiones agrava la competencia en algunas zonas, así como el descubrimiento de yacimientos de petróleo y gas o algún mineral estratégico coloca a una región o país en el centro de tensiones entre los grandes actores.
Entre las recursos más importantes y sus zonas de interés, es decir donde se centra la carrera con o sin conflicto en curso -mencionamos sólo los países más destacados, podemos mencionar a los hidrocarburos (Medio Oriente, Venezuela, Rusia, etc.), el Triángulo del Litio (Chile, Bolivia y Argentina), el agua dulce (Canadá, Rusia, Australia, Brasil, Antártida, etc.), tierras cultivables (Australia, Kazajistán, India, Argentina, Ucrania, Brasil, Rusia), oro (EEUU, Australia, Rusia, Canadá, República Democrática del Congo y otros países africanos, Uzbekistán), etc.
De las reservas minerales conocidas de oro, por ejemplo, en el continente africano se encuentra el 40% del oro del mundo, el 55% de diamantes, el 66% del cobalto y el 80% del platino. Difícilmente el continente encuentre la estabilidad que necesita en el marco de la competencia entre grandes poderes. Aunque está por verse el rol de China, con una génesis diferente al histórico comportamiento de Occidente, de colonización y grados significativos de violencia.
Los países que no tengan fortaleza y poder suficiente para controlar sus recursos y comercializarlos de manera justa, sufrirán las tensiones propias de esta disputa. Un claro ejemplo es la grave crisis que vive la República Democrática del Congo con el Coltan (NAP), donde por el momento se estima que existe el 80% de las reservas globales, además de oro, diamantes, estaño, cobalto, etc. La población del país es una de las grandes víctimas de esta carrera por los recursos, un verdadero descontrol de contrabando, muerte y desidia oficial. ¿La sinergia entre estados extranjeros y corporaciones internacionales que obtienen recursos allí de manera muy económica, permitiría que se consolide un Estado local fuerte que comercializara los minerales de manera que puedan atenderse también demandas sociales o combatir la pobreza? Ello encarecería los recursos y los costos de las compañías internacionales. Lastimosamente, el poder manda.
En este sentido, la combinación de intereses de multinacionales con respaldo de grandes poderes, milicias locales financiadas por extranjeros, guerras civiles y un estado realmente débil, es parte de la triste realidad del país y de otras naciones que en mayor o menor vivida sufren inestabilidades inoculadas debido a intereses extranjeros. Esto también es parte real de la competencia, y en ocasiones intereses ajenos a las sociedades alimentan la inestabilidad y los conflictos internos latentes.
Las tierras raras son otro centro de atención y disputa, siendo actualmente China el principal productor y exportador. Consisten en los 15 lantánidos más el itrio y el escandio, los 17 elementos esenciales para la producción de diversos productos tecnológicos y también para la fabricación de armamentos. La demanda se incrementa entre un 8 y un 10% cada año[26], y se cree que en un futuro China podría reducir las exportaciones debido a la creciente demanda interna por parte de la industria.
Son utilizadas, por ejemplo, en la fabricación de motores de aeronaves, productos para iluminación y óptica, pantallas de teléfonos móviles, imanes, sistemas de guía de misiles[27], en baterías, tecnología médica, reactores nucleares, electrónica satelital[28], etc. Si bien China dispone de la gran parte de este recurso a nivel global, otros países tienen reservas significativas: Australia, Rusia, India, EEUU, Brasil, etc. Más allá de ser productor, Estados Unidos es altamente dependiente de China para hacer se tierras raras importando un 80% de lo que utiliza, y la tensión entre ambos involucra este recurso, siendo recurso estratégico para los EEUU, y en definitiva para todos los que participan de esta competencia.
Con respecto a los alimentos, el panorama asegura crecientes tensiones. La FAO señaló en un informe reciente que el mundo necesitará aumentar la producción de alimentos en un 70% hacia mitad de siglo[29], lo que muestra que las tierras cultivables seguirán aumentando en importancia, pudiendo generarse más tensiones y conflictos en algunos de los países que dispongan de las mismas, o serán aún más controladas por los actores estratégicos. El ejemplo actual del conflicto entre Ucrania y Rusia (tierras cultivables y recursos energéticos) es muy claro. El impacto económico y político que tuvo a nivel global nos da una muestra de la importancia de ambos recursos para el mundo, y en la vida cotidiana de toda la humanidad.
La carrera por los recursos determinará la capacidad de competir en las otras disputas. Sin el acceso a los minerales no hay producción de tecnología, sin alimentos suficientes y a precios accesibles no hay estabilidad social. Sin tierras cultivables crece la dependencia del extranjero. Sin un buen desempeño en la carrera por los recursos, la carrera tecnológica y espacial pueden darse por perdidas. Y las demás se perderán, cayendo como fichas de dominó. Como en las otras disputas, en ocasiones se resolverán las tensiones y distribución de los recursos de manera pacífica (Paz), y otras a través del conflicto armado (Guerra), o mediante guerra híbridas, en teoría de la Estrategia también conocida como la Paz-Guerra, definida en definitiva como Guerra Fría.
La Carrera por los Polos, por su control, o por lo menos su utilización y explotación, ha crecido en importancia a partir, precisamente, de la crisis que representa el calentamiento global. Más allá de los países geográficamente cercanos a ambos polos, y sus reclamaciones territoriales, las grandes potencias han hecho foco en las regiones polares, colocando al Ártico y la Antártida como elementos significativos de su interés nacional, prioridades estratégicas. EEUU acaba de crear el puesto de embajador norteamericano en el Ártico, China ya tiene instaladas bases científicas y Rusia mantiene bases militares y presencia naval significativa.
La carrera ya inició y se acelera. Se prevé que para 2040 -o antes-, el Ártico estará prácticamente libre a la navegación y a la explotación de los recursos naturales durante casi todo el año. En los últimos 30 años la región ha perdido el 40% del hielo. Permanecerán abiertas casi todo el año las rutas conocidas como "Pasaje del Noroeste" (vía archipiélagos de Canadá) y "Marítima del Norte" (que vincula el Pacífico con Europa vía Rusia), que reducen tiempos de viaje en comparación con rutas utilizadas mayoritariamente –como la del Canal de Suez- y abren la oportunidad al fortalecimiento de relaciones entre China y Rusia, y a un rol más importante de los países árticos.
Asimismo, la región cuenta -según estimaciones del Servicio Geológico de EE.UU.- a nivel mundial con el 30% del gas natural y 13% del petróleo (una de las mayores reservas del planeta). Y no sólo hay hidrocarburos, también oro, tungsteno, litio, cobalto, diamantes, paladio, platino, tierras raras, agua dulce, etc. De enorme importancia serán además la pesca y el turismo. El potencial es enorme y estará todo a disposición en algunos años. Hablamos de una superficie de 16 millones de km2 (7 veces la Argentina), en su mayor parte oceánica, claro.
Es clave dimensionar esta otra faceta del cambio climático, que puede modificar la distribución de capacidades entre potencias, el comercio global, agranda otro foco de tensión entre la OTAN y Rusia, y suma otro matiz a la disputa entre EE.UU. y China. Con el derretimiento del Ártico avanzando a pasos acelerados –con las consecuencias negativas que sabemos generará- también podemos imaginar los recursos a los que podrán acceder, por ejemplo, Canadá y Rusia, lo que les permitirá incrementar su poder e influencia.
Por supuesto que la carrera por el Ártico ya se viene llevando a cabo hace años. En la Primera Guerra Fría ya hubo tensiones y militarización, pero en esta nueva etapa de recalentamiento de los conflictos, las bases militares y los ejercicios se renuevan e incrementan. De los 5 países ribereños -los que pueden reclamar territorio en el Ártico (Rusia, Canadá, Dinamarca a través de Groenlandia e Islas Feroe, Noruega y EE.UU.), qué aún permanece bajo la égida de la ONU-, Moscú lleva la delantera. Ya en el año 2001 había presentado oficialmente su primer reclamo de soberanía -el cual le fue rechazado-, y en 2007 fue el primer país en plantar bandera en el lecho marino a 4.000 m de profundidad, en el Polo Norte exacto (hasta allí llega su reclamación territorial). Canadá, Dinamarca y Noruega también hicieron sus reclamos. No así EE.UU., que aún no ratificó la Convención de Derecho del Mar de 1982. El Kremlin dispone de la mayor flota de rompehielos del mundo (40 en total), Canadá tiene alrededor de una decena y EE.UU., apenas 2. China tiene 2 y está construyendo un 3ro.
En plena guerra comercial con EE.UU., Beijing definió al Ártico como una prioridad. Presentó su libro blanco del Ártico, diseñó la Ruta de la Seda Polar y realizó varias misiones al Océano Glacial. Además, avanza en acuerdos de infraestructura y comercio con Groenlandia, Noruega y Finlandia. De más está decir de la importancia de la Asociación Estratégica con Rusia en la región.
En principio, no se espera que las disputas limítrofes deriven en una confrontación militar. Moscú y Oslo llegaron a un acuerdo limítrofe en 2010, y si bien pueden generarse nuevas tensiones entre las potencias, se calcula podrán resolverse de manera pacífica. Eso no evita, claro, que se incremente la militarización, algo que ya viene ocurriendo. El punto de mayor discordia es la cordillera Lomonósov, aún sumergida, pero que Rusia, Canadá y Dinamarca consideran extensión de su plataforma continental.
Se espera que los diversos instrumentos al alcance, como el Consejo del Ártico y la Convención de Derecho del Mar, y la búsqueda de un equilibrado reparto de las áreas de explotación de recursos y pasos marítimos, eviten una guerra en el futuro.
Con respecto a la Antártida, el interés de las potencias creció durante los últimos años y si bien la disputa es algo más lenta, cada una avanza con una mirada estratégica sobre el polo sur y sobre la posible utilización futura de recursos, abierta posiblemente para mitad de siglo. En este continente las reclamaciones de soberanía y la explotación de recursos se encuentran, valga la redundancia, congeladas. Rige el Sistema del Tratado Antártico, firmado durante la guerra fría, impulsado por EEUU, que lo que logró fue evitar que los países con reclamaciones de soberanía se hicieran de parte de la región. La explotación de recursos está prohibida, si se cumple la legislación internacional, hasta mitad de siglo. El Tratado tiene vigencia hasta 2048, y a partir de allí puede ser revisado.
En cuanto a las grandes potencias, EEUU es un jugador histórico de esa región, pero China avanzó fuertemente en los últimos años y ya igualó a Washington en cantidad de bases, con cinco cada uno, entre permanentes y de verano. Rusia, por su parte, tiene 6 (4 permanentes y 2 temporales). En 2017, China logró que la reunión consultiva del Tratado Antártico se celebrara en Beijing. Los tres mencionados son los países con más bases en el continente después de la República Argentina (tiene 7 bases permanentes y 6 temporarias), y Chile (7 temporales, 3 permanentes más 2 pequeños refugios), siendo éstos dos países con reclamaciones territoriales significativas. En total hay alrededor de 70 bases de cerca de 30 países.
Recordemos que Argentina, Chile, Reino Unido, Australia, Noruega, Francia, Nueva Zelanda son los países que tienen reclamaciones de soberanía congeladas sobre el continente. Territorio, posiciones estratégicas, recursos naturales (hidrocarburos, minerales, agua[30], recursos marinos, etc.) e investigación científica son los elementos principales que determinan el interés nacional de los países en ese continente.
En los últimos meses se produjeron tensiones entre EEUU, China y la Argentina, debido al proyecto de instalación de un "Polo Logístico" chino en Tierra del Fuego (extremo sur argentino y zona cercana a la Antártida). Por presiones de Washington, Bs As terminó suspendiendo (o posponiendo) el proyecto. Cerca de allí, una base chilena asiste a los EEUU y británicos, y hacia el este, las Islas Malvinas vienen sufriendo una creciente militarización por parte del Reino Unido.
En cuanto al Cambio Climático, es la carrera que evidentemente se corre marcha atrás. Los históricos encuentros, convenciones, cientos de informes científicos, Tratados, promesas y declaraciones de líderes políticos y empresariales no han logrado frenar el acelerado y exponencial deterioro de las condiciones de vida para todas las especies de la Tierra, y la especie humana es una de las amenazadas, por su propia acción.
En este sentido, debemos comprender que no se trata solamente de una cuestión ambiental, sino que estamos frente a una de las grandes amenazas a la supervivencia humana. La falta de una toma de consciencia total y global del asunto, en un sistema configurado en base a la explotación intensiva de recursos naturales para maximizar las ganancias económicas (como podemos ver en las 6 carreras anteriormente descriptas), nos brinda un panorama desalentador. Más allá de ciertos cambios hacia la economía verde que estamos observando, y algunos cambios en ciertas industrias. Pero no es suficiente, el objetivo inicial de que la temperatura del planeta no supere los 2° desde la época pre-industrial (luego modificado apuntando al 1.5°), no parece que vaya a cumplirse.
El mayor problema no es el cambio climático en sí, que es un proceso natural. La amenaza es la intensidad, la aceleración de los cambios que por acción humana se están produciendo y que no permite ni al planeta ni a cientos de especies adaptarse a los rápidos cambios y deterioro de ecosistemas. Crecientes muertes por olas de frio y calor, inundaciones y tormentas extremas, deterioro de ciudades costeras, desaparición de especies, aceleración en el deterioro de los suelos a nivel mundial, son sólo algunos ejemplos.
Según la ONU, en el 2021 la crisis climática causó más desplazados que los conflictos bélicos. Fueron en total 23.7 millones en sólo un año. Las pérdidas económicas a raíz de las catástrofes climáticas fueron en 2021 de 343 mil millones de dólares a causa de unos 400 eventos calificados como desastres en todo el año entre inundaciones, huracanes y otras tormentas, incendios, temperaturas extremas[31]. El incremento de las pérdidas desde inicio de siglo fue exponencial.
Este es un listado de algunos de los principales efectos, que con el avance de esta carrera hacia una nueva ola de extinción planetaria (sin exagerar), la acción humana acelera su paso:
● Mayor cantidad, extensión y duración de los incendios
● Mayor cantidad de huracanas de niveles elevados
● Sequías más prolongadas
● Aceleración en el deterioro de los suelos
● Inundaciones con mayor asiduidad y más persistentes
● Olas de calor más severas
● Incremento acelerado del nivel del mar
● Deshielo acelerado de regiones polares
● Aceleración en la destrucción de la biodiversidad
● Aumento de la migración climática y de fallecimientos debido al cambio climático
● Incremento de aparición de brotes zoonóticos (enfermedades transmitidas por animales)
● Muerte de corales marinos, desastre en sí mismo y que además pone en peligro especies que se alimentan de los mismos.
Todas estas consecuencias no sólo producen el efecto directo que describen, sino que agravan otras cuestiones. Por ejemplo, la pérdida de biodiversidad afecta la disponibilidad de recursos naturales para la industria farmacéutica, cientos de ciudades costeras se ven amenazadas debido al incremento del nivel del mar, las sequías e inundaciones amenazan la capacidad de producción de alimentos, etc.
La Organización Meteorológica Mundial afirmó que en los últimos 50 años la cantidad de desastres naturales se ha quintuplicado debido al cambio climático, y también por una mejor calidad de información obtenida sobre los acontecimientos. Se trata en resumen, de mayor cantidad de eventos climáticos y más extremos.
Las sequías provocaron 650.000 muertes, las tormentas 577.232, las crecidas 58.700 y las temperaturas extremas 55.736. El dato positivo es que los sistemas de alerta temprana, con ayuda de las capacidades satelitales, han servido para prevenir la exposición de las personas a los desastres, disminuyendo la cantidad de muertes[32].
Hay una realidad en la que coincide la enorme mayoría de especialistas y científicos: todos los eventos y sus consecuencias negativas se incrementarán, en cantidad y en su fuerza, las sequías serán más intensas, los incendios, las inundaciones, las olas de calor, los huracanes. Por ejemplo, en el último siglo hubo 34 huracanes nivel 5 (los más agresivos), y 11 de ellos ocurrieron en los últimos 14 años. Al calentarse más las aguas marinas, las tormentas adquieren mayor fuerza.
Las consecuencias económicas, territoriales, políticas y sociales serán cada vez más notables. La dificultad para producir alimentos y el costo de los mismos es uno de los grandes problemas que pocas veces se asocia con el cambio climático, pero es una de las consecuencias directas. Esta carrera marcha atrás, por otro lado, puede acelerar las otras 6. A medida que escasee más el agua y las tierras cultivables, mayor avidez habrá para hacerse de ellas, por ejemplo, pudiendo agravar conflictos. Las cada vez más altas temperaturas en verano generan un sobre-consumo de electricidad (por ejemplo para enfriar hogares), lo que a su vez hace crecer la demanda de hidrocarburos para producir esa electricidad. No todo el mundo lo sabe, pero además de los motores a combustión y emisión directa de industrias, más del 60% de la electricidad consumida a nivel global se produce mediante utilización de gas, petróleo y carbón[33]. Y los combustibles fósiles comprenden el 80% de la demanda de energía primaria a nivel mundial[34].
Refiriéndonos a los alimentos, según la FAO, en los últimos 30 años se ha perdido 1/3 de la capacidad de producción de productos agrícolas, y cada año se pierde el 0,3% del suelo cultivable debido a los métodos de monocultivo, agricultura industrializada, agroquímicos y otros elementos que además afectan al clima de la región, y no hemos mencionado siquiera el grave problema de la contaminación en el mundo.
Mientras que la población global sigue creciendo, las posibilidades de alimentar a cientos de millones de personas disminuirán, agravado por una creciente desigual distribución de ingresos y recursos, además de la creciente inflación en el mundo. Más del 10% de la población global directamente pasa hambre, un número superior a 800 millones de personas, cantidad que ha crecido con la crisis agravada tanto por la pandemia del Covid como por las consecuencias de la guerra en Ucrania.
Lamentablemente, los sectores que tienen la mayor incidencia y poder para revertir o por lo menos mitigar este acelerado camino, corren aún esta disputa en reversa. Si bien se vienen realizando algunos pasos en positivo, no son suficientes. Sí existen un par de ejemplos que pueden abrir un viso de esperanza. La producción de energía eólica crece un 9% anual en el mundo, siendo EEUU y China los principales productores globales. La producción y uso de energía solar (China es el principal productor global) ha crecido de manera sostenida durante las últimas dos décadas (el consumo aumentó un 23% en 2021 con respecto al año anterior). Sumadas, ambas representan el 10% de la generación de electricidad a nivel mundial[35]. Aunque quizá no parezca, es un número significativo y está en aumento.
Se ha incrementado la utilización de medios de transporte bajos en carbono, desde automóviles y micro-movilidad eléctricas (bicicletas, monopatines, etc.). Por otro lado, el incremento de la demanda de energía también creció en forma significativa y no fue cubierta por energía limpia, por lo que las emisiones de carbono también crecieron, en un 7%. Del porcentaje total de incremento del consumo, un 29% fue cubierto por eólica y solar.
Falta mucho, demasiado por hacer. Hoy, alrededor de 50 países generan un 10% de electricidad con energía limpia, 3 llegan al 40% y otros 4 sí han llegado a casi cubrir el 100%. Noruega, si bien es exportador de petróleo, es uno de esos 4 que cubre su demanda energética prácticamente en su totalidad de fuentes renovables, principalmente la hidroeléctrica. Otros ejemplos son Islandia, Costa Rica y Lesoto. Dinamarca, Luxemburgo y Uruguay son lo que producen más del 40% de su energía eléctrica de manera limpia y también la exportan. Todo es posible, sólo se trata de decidirlo, y hacerlo, sobre todo por parte de las mayores potencias industriales. De otro modo, ya se ha enseñado una y otra vez el futuro que nos espera.
Debe invertirse la ecuación, ya que a pesar de los Tratados, acuerdos, convenciones, las acciones nunca terminan siendo necesarias. Stephen Hawkins decía, a modo de ejemplo, que si la humanidad sigue este camino (incremento acelerado del calentamiento global), podemos observarnos en el espejo de Venus ya que ese podría ser el futuro de la Tierra[36], con una atmósfera irrespirable y una temperatura en superficie superior a los 450 grados centígrados.
Las acciones de mitigación y adaptación son fundamentales, marcarán el futuro del resto del siglo para todos. Es una cuestión de la más básica supervivencia. La crisis climática es una amenaza holística. Afecta las corrientes migratorias animales y humanas, la disponibilidad de alimentos, de agua, la biodiversidad, incluso para su utilización como recurso primario para la medicina.
Lo más importante que hay que comprender es que el cambio debe ser cultural, precisa el mundo un cambio en el estilo de vida (no solamente alarmarse y preocuparse), en la forma de hacer la economía, de producir, de alimentarnos, de gestionar residuos y bajar notablemente el uso de plásticos. Cultura, economía, procesos industriales y filosofía. Todo debe ir de la mano, armonizado, para que una verdadera consciencia colectiva global nos haga dar cuenta que nadie se salvará de las desastrosas consecuencias si no llegamos a revertir a tiempo esta carrera, que no sea más que un camino hacia una concreta extinción en el planeta.
[1] La anarquía en las Relaciones Internacional refiere a la falta de una autoridad o gobierno mundial que ejerza coerción o determine el comportamiento de los actores políticos (Estados), de modo que cada uno de ellos puede perseguir sus objetivos y defender sus intereses según su conveniencia, en base a las limitaciones estructurales del Sistema Internacional, entre otros elementos. Los más poderosos tendrán mayor libertad de acción, así no los débiles, que estarán más condicionados.
[2] “Armaments, Disarmament and International Security (2021)”. SIPRI Yearbook 2021.
[3] Gasto Público Defensa 2020. Expansión - Datos Macro. https://datosmacro.expansion.com/estado/gasto/defensa
[4] Armaments, Disarmament and International Security (2021). SIPRI Yearbook 2021.
[5] Idem
[6] Los aviones de guerra de 5ta generación son los que contienen tecnología militar de última generación: gran maniobrabilidad, operación en red, multipropósito, armas electrónicas además de misiles aire-aire y aire-tierra, vuelo furtivo, integración de sensores e información de avanzada, Inteligencia Artificial (IA), velocidad supersónica, etc. Si bien no hay un consenso generalizado sobre su clasificación, éstas son algunas características esenciales de una aeronave de este tipo.
[7] Inventarios Mundiales de Misiles Balísticos (2017). Arms Control Association. Https://www.armscontrol.org/factsheets/missiles
[8] National Ranking by Military Strength (2021) Military Watch Magazine. https://militarywatchmagazine.com/forceapp/countries/
[9] Macron promete más gasto en defensa para preparar a Francia para “una guerra de alta intensidad” (2022, 17 de marzo). Https://www.eldiario.es/internacional/ultima-hora-invasion-rusa-ucrania-directo_6_8837790_1086860.html
[10] Allison, Graham. “The Tucidides trap: Are the U.S. and China Headed for War?” (2015) The Atlantic, Harvard Kennedy School.
[11] La Trampa de Tucídides (historiador del siglo V ac) refiere a la tendencia hacia el conflicto bélico (explicado en base a las tensiones entre Esparta y Atenas y la Guerra del Peloponeso), en ocasión de que una potencia hegemónica percibe que otro poder –ascendente- puede superarlo, o suplantarlo como gran poder. En la intención de evitar esa situación, el actor más poderoso puede ir a la guerra para debilitar al actor ascendente.
[12] La red de voz y datos de 5ta generación es la última generación de tecnología para la comunicación, transmisión de datos, en especial para la Internet of Things (IoT – Internet de las Cosas) que permite mayor velocidad, conectividad, volumen y eficiencia. Si bien ya se trabaja en el 6G, el 5G forma parte de la actual competencia entre los grandes poderes, ha comenzado a expandirse su uso en varias partes del mundo, y permite un mejor funcionamiento de la vida social, la economía y también de las capacidades militares.
[13] Teslaowners Silicon Valley on Twitter (@teslaownersSV, 2020) Https://twitter.com/teslaownersSV/status/1214551679305052160?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1214551679305052160%7Ctwgr%5Ed3dd8fa22fe699f6de25cb9b5114e56272684418%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.fayerwayer.com%2F2020%2F01%2Felon-musk-bailar-evento-tesla-china%2F
[14] "Can tech reshape the Pengaton?" (2022, 10 de Agosto) The Economist. https://www.economist.com/business/2022/08/08/can-tech-reshape-the-pentagon
[15] Biden firma ley para impulsar chips de Estados Unidos y competir con China (2022, 9 de agosto). Deutsche Welle. Https://www.dw.com/es/biden-firma-ley-para-impulsar-chips-de-estados-unidos-y-competir-con-china/a-62761298
[16] Lagarde señala que el FMI podría trasladar su sede a China en diez años si el país continúa creciendo. Europa Press. Https://www.europapress.es/economia/macroeconomia-00338/noticia-lagarde-senala-fmi-podria-trasladar-sede-china-diez-anos-si-pais-continua-creciendo-20170724205322.html
[17] Kristalina Georgieva: "No presioné a nadie" en el Banco Mundial. Deutsche Welle. Https://www.dw.com/es/kristalina-georgieva-no-presion%C3%A9-a-nadie-en-el-banco-mundial/a-59304785
[18] “El predominio del dólar y el ascenso de las monedas de reserva no tradicionales” (2022, 6 de junio) Fondo Monetario Internacional. https://www.imf.org/es/News/Articles/2022/06/06/blog-dollar-dominance-and-the-rise-of-nontraditional-reserve-currencies
[19] “El predominio del dólar y el ascenso de las monedas de reserva no tradicionales” (2022, 6 de junio) Fondo Monetario Internacional. https://www.imf.org/es/News/Articles/2022/06/06/blog-dollar-dominance-and-the-rise-of-nontraditional-reserve-currencies
[20] “La erosión sigilosa del dominio del dólar: diversificadores activos y el auge de las monedas de reserva no tradicionales” (2022, 24 de marzo) Fondo Monetario Internacional.
[21] “La Unión Económica Euroasiática redujo el uso del dólar en sus operaciones internas a un 21 %” (2022, 20 de agosto). Actualidad Rt.
[22] Zoltan Pozsar: We are witnessing the birth of a new world monetary order. Credit Suisse Bank. https://www.credit-suisse.com/about-us-news/en/articles/news-and-expertise/we-are-witnessing-the-birth-of-a-new-world-monetary-order-202203.html
[23] La evolución de la Geopolítica hacia el espacio exterior. ¿Qué es la Astropolítica? (2022) Alejandro Laurnagaray de Urquiza. https://sites.google.com/d/1_MYTDuR98OfqEoGbJpO-cpNtuPeQyvVx/p/1NwFqoRHcG8Lphdp-Y50qGBtakf4pCRMS/edit?pli=1
[24] “The first space war: The contribution of satellites to the gulf war” (2008, 20 de marzo) Taylor and Francis online. https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/03071849108445553?journalCode=rusi20
[25] “Los recursos naturales causaron más del 40% de las guerras de los últimos sesenta años” (2018, 16 de octubre) Noticias ONU. https://news.un.org/es/story/2018/10/1443762
[26] A medida que aumenta la demanda de tierras raras, el mayor productor mundial podría dejar de exportarlas (2022, 8 de junio) World Energy Trade. https://www.worldenergytrade.com/metales/otros-metales/a-medida-que-aumenta-la-demanda-de-tierras-raras-el-mayor-productor-mundial-podria-dejar-de-exportarlas
[27] “Geopolítica de las tierras raras: un recurso natural estratégico para la seguridad multidimensional del Estado” (2020, abril-junio). Revista Científica ESMIC.
[28] “Los de abajo: lo importante de las tierras raras” (2020, 19 de marzo). Instituto Tecnológico de Monterrey. https://transferencia.tec.mx/2020/03/19/los-de-abajo-lo-importante-de-las-tierras-raras/#:~:text=El%20grupo%20de%20elementos%20conocido,)%2C%20lutecio%20(Lu)%2C
[29]FAO prevé que habrá que producir un 70% más de comida para 2050 (2009, 23 de septiembre) https://news.un.org/es/story/2009/09/1173991#:~:text=B%C3%BAsqueda-,FAO%20prev%C3%A9%20que%20habr%C3%A1%20que%20producir%20un,m%C3%A1s%20de%20comida%20para%202050&text=Para%20el%20a%C3%B1o%202050%20habr%C3%A1,y%20la%20Alimentaci%C3%B3n%20(FAO).
[30] Es importante destacar que la Antártida representa las mayores reservas mundiales de agua dulce. Contabilizando la disponibilidad total del recurso a nivel global, el continente representa más del 50%.
[31] “Weather and Climate Catastrophe Insight 2021” (2022) Aon Consulting. https://www.aon.com/getmedia/1b516e4d-c5fa-4086-9393-5e6afb0eeded/20220125-2021-weather-climate-catastrophe-insight.pdf.aspx
[32] “WMO Atlas of Mortality and Economic Losses from Weather, Climate and Water Extremes (1970–2019)” (2021) World Meteorological Organization.
[33] “Producción de electricidad a partir de fuentes de petróleo, gas y carbón (% del total)” (2015) Banco Mundial https://datos.bancomundial.org/indicator/EG.ELC.FOSL.ZS.
[34] “El papel de los combustibles fósiles en un sistema energético sostenible”. Naciones Unidas.
[35] “Global Electricity Review 2022” (2022, marzo). Ember Climate. https://ember-climate.org/app/uploads/2022/03/Report-GER22.pdf
[36] “Stephen Hawking's Six Wildest Predictions From 2017—From a Robot Apocalypse to the Demise of Earth” (2017, 26 de diciembre). Newsweek. Https://www.newsweek.com/stephen-hawking-end-year-predictions-2017-755952#:~:text=In%20July%2C%20Hawking%20told%20the,sulfuric%20acid.%22%20Sounds%20lovely